Una de las características más sobresalientes de nuestro
modelo cinético es concerniente a la forma en que hemos concebido con que
velocidad, en magnitud y dirección, se mueven las moléculas que forman el gas. No hay direcciones
privilegiadas pero las velocidades; además, la magnitud de las velocidades
puede variar desde cero hasta una velocidad máxima.
Hasta el momento se han encontrado 2 promedios: El de la
velocidad y el del cuadrado de la velocidad.
¿Cómo distinguimos entre esos 2 promedios?
La velocidad “promedio” de cada partícula la calculamos en
la misma forma que sacamos nuestro “promedio” de calificaciones en un periodo
escolar: Sumamos todos los valores y dividimos entre el número total de ellas.
Los posibles valores de la velocidad están “repartidos” en
las moléculas y si conocemos esta repartición podemos calcular, como la
velocidad y el cuadrado de la misma.
Es muy difícil imaginar que entre todas las colisiones
violentas que ocurren y el incesante bombardeo a que está sometida cada
molécula, alguna de ellas puede estar en reposo.
Si ponemos en un gas, cualquiera que éste sea, encerrado en
un recipiente, no se ve en qué forma más
o menos simple podemos introducir un selector de velocidades que nos vaya separando
las moléculas por grupos de acuerdo a su velocidad que tengan. Sin contar que
este lector interfiera con el movimiento de las moléculas y seguramente
modificaría sus velocidades, lo cual no queremos que ocurra. Pero la naturaleza
es generosa y nos ha proporcionado de todos los elementos necesarios para
llevar a cabo esta medición.
Es bien sabido que algunos metales, al ser calentados a
cierta temperatura emiten átomos que sus velocidades son arbitrarias. La
emisión de estos átomos puede visualizarse como las ráfagas de una
supermetralladora.
El problema es como seleccionamos balas distinguiéndolas por
las velocidades. Este problema es relativamente fácil de resolver.
Nos fijamos en aquellas que puedan salir por una rendija
colocada a cierta distancia del metal y que sirve de colimador. Este colimador
permite el paso solamente de un grupo selecto de moléculas.
Para distinguir entre las partículas que pasan por el
colimador, usamos una rueda dentada cuyas ranuras espaciadas a lo largo de la
circunferencia. Si podemos hacerla girar. Cada ranura pasará por un punto fijo
en el espacio a tiempos bien determinados. Si conocemos la distancia entre la
rueda giratoria y la rendija podemos conocer el tiempo que le toma a un átomo
de velocidad en viajar esta distancia; por lo tanto, para una velocidad dada
podemos contar las partículas que pasan por los dientes de la rueda por medio
de un detector.
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